miércoles, 26 de marzo de 2008

Un Viaje muy esperado

Han tardado tanto en subirse las fotos que casi no me acuerdo de qué era lo que quería escribir aquí XDDDDD

La gran historia de la Fuente ha sido relatada en mi fotolog así que no la repetiré aquí.
Hay que reconocer que mi hermanita es una persona de palabra, y además de hechos. No pudo venir al cumple de Tolkien, y dejó la visita como deuda ¡y no ha tardado en pagarla! XDDD

Aunque echamos de menos a Vilya y a quienes no pudieron venir a última hora, la verdad es que lo pasamos muy bien. Que si paseos por el parque, que si llegarnos a ver el mar, que la ardua tarea de esquivar procesiones en pleno Domingo de Ramos, que si la aún más ardua tarea de encontrar mesa para comer ¡en pleno Domingo de Ramos! XDDDDD

Luchamos por mesas en la patatería con arrojo, valor, cara dura pidiendo sillas, ¡y lo conseguimos! pero claro, no solo de patatas asadas vive el hombre ¡y Alberto lo demostró con dos platos! ¿como puede estar ese niño tan delgado? vale que uno era una ensaladita, ¡pero lo otro no! y ¡y dos Kuntas! ¡DOS! eso es sobrehumano, solo superado por Rogrog en uno de los aniversarios de Ithilien...

Al final, como no podía ser de otra forma, acabamos en la zouk, donde nos adueñamos de la sala (también para variar) tras la desesperación de unos padres al ver a sus pequeñuelos colándose entre las mesas y las piernas de gente ajena (nuestras piernas) y donde la camarera demostró que nos conoce al dedillo (no, no, si ella siempre se toma un té, ¿verdad? XDDD)

Allí se fue sumando gente del smial, Elerien ras no llegó a la tetería porque tenía otros quehaceres, pero vino Tulkas, y Thorin con Benji, que me cae muy bien porque me dijo que no pensaba que yo tuviese más de veinte años XDD, y bueno, en la foto Elessar T., el joven Elessar, mi hermanita y yo con el flequillo recién cortado

Allí la tarde se fue sin pensarlo. He encontrado en Alberto a alguien con quien hablar en pijolandés hasta que nos callan los demás, lo que es muy divertido, en Arwen una chica estupenda que me hizo tener agujetas de reirme al día siguiente, y reencontré en Elessar El Joven al chico estupendo que es. De Narya no digo nada, porque se me cae la baba con mi hermanita y a pesar de nuestras interminables charlas la echo mucho de menos siempre. En este mundo es un regalo encontrar gente como ella, así que puedo sentirme, y me siento, muy afortunada por contar con su amistad.


En fin, que como no quiero acabar melancólica ni sentimentaloide, termino el post con la foto del Harem oficial de Arwen, que se tiró todo el día con su novio, su Esposo 1 y su Esposo 2. En esta foto los tres observan arrobados la belleza de la joven (que no es poca, todo lo contrario, mira que es guapa la jodía) y demuestran que entre ellos no hay celos por su cariño.

Qué bonito es el amor, sobre todo en primavera...

sábado, 8 de marzo de 2008

Nieblas de la infancia

El pasado día 28, aprovechando que Antonio no tenía que trabajar y no había reunión de smial, decidimos hacer una pequeña excursión muy deseada pero siempre postergada por falta de tiempo.

Hay poca gente a la que le haya hablado de mi infancia. Gracias a las circunstancias, a la vida, pude disfrutar de unas vacaciones en mi niñez que no se podrían haber pagado con dinero. Los mejores recuerdos de mi vida están ligados desde lo más remoto a los ocho años, edad que yo tenía cuando murió mi abuela, y todos tienen como escenario de fondo el Pantano de los Bermejales.

Mi abuelo era guarda allí, vivían en una casita humilde en una aldea humilde, donde solo había un teléfono y el pan, la fruta, todo, venía en camionetas que anunciaban sus productos.
Para nosotros, por aquel entonces, era el escenario de la libertad más absoluta que puede gozar un niño. Era una zona sin coches, sin extraños, sin peligros, donde podíamos jugar y correr a nuestro antojo sin mayores que nos vigilasen, hacer guerras de piñas, explorar, observar a los insectos y a los pájaros, hacer guateques improvisados en la pista de tenis, intentar cazar luciérnagas, plantar habas o "cazar" conejos.

Los límites estaban claros: por arroba, el final del bosque de pinos, a la izquierda, la carretera, a la derecha la "piscina del lagarto" y por debajo el camino de los rosales. Y esos límites eran, creedme, muy extensos para niños de tres a ocho años.

Había varias zonas importantes: la casa de mis abuelos, la "casa del verano" que era donde nos quedábamos mis padres, mi hermano y yo cuando íbamos, el pinar. la "piscina del lagarto" (llamada así porque contaban que había un lagarto enoooorme que vivía en la piscina y se comía a la gente... típico cuento para evitar que nos ahogásemos y que lo que conseguía sobremanera era estimular nuestra imaginación sobre cómo sería el lagarto), la pista de tenis, el camino de los rosales y la huerta.

La huerta era de mi abuelo, y estaba rodeada por rosales plantados por mi abuela. Lo único que la hacía enfurecer era que alguien le tocase los rosales, a la pobre mía, y bien que nos cuidábamos de ni rozarlos. Me sentía muy importante cuando mi abuela me mandaba a sacar las zanahorias de la huerta para echarlas al guiso, porque entonces yo era importante y se confiaba en mí para una Misión.

Las mañanas y las tardes eran de juegos, de corretear, de ir a la piscina del campamento o jugar con la manguera cuando apretaba el calor, de aprender a bordar, a coser, a hacer punto o croché, de disfrazarse, de reir, de hacer trastadas... Luego tras la cena era el momento de sacar las sillas a la puerta y tomar el fresco, el momento de los cuentos, de las historias, y del paseo que nos llevaba hasta el aliviadero, de jugar en la maqueta y de sentarnos en el césped los primos, los tíos, todos en corro y jugar al Antón Pirulero.

Y ver las estrellas como no las había visto nunca.

Es el escenario de mi infancia, pero también de la de mi madre y de mis tías, lleno de anécdotas en cada rincón, de recuerdos, de momentos, de sueños y leyendas, de misterios y descubrimientos, pero sobre todo de Amor, que fué lo que nos sirvió de abono para ser felices, para querernos como nos queremos, para ser una familia unida por lazos que no pueden romperse.

Esta es la casa de mis abuelos, tal y como está hoy. Abandonada, con un árbol arrancado, sin macetas, sin flores, sin plantas, sin los geranios ni jazmines... sin vida.

Me dió mucha pena verla así, pero al menos sigue en pié, y está la ventana del salón (habitación a la que no entraba porque me daba miedo un búho disecado que había allí), la de la salita, que era donde estábamos siempre trasteando y haciendo pillueladas, y la de la habitación de mis abuelos.


Aquí se ve la Casa del Verano. Por esas escaleras corrí, salté, nos lanzamos con el triciclo hasta romperle el manillar, dejé en libertad al gorrión que "salvé" cuando se cayó del nido. Antes la unión de las escaleras no se veía, porque estaba cubierta por una madreselva que la cubría entera. Era precioso, y un lugar ideal para encontrar arañas siempre que las buscabas. Adoro el olor de esa flor ^^





Antonio en el pantano. Ahora mismo está casi vacío por la sequía, pero aún así sigue siendo un sitio precioso













En esta foto se ve parte del camino de los rosales, ahora triste y seco, pero lleno de flores a ambos lados en primavera. Era el límite de nuestras andanzas, aunque claro, esperar que lo respetásemos siempre sería pedir demasiado ¿no creéis? y al cruzarlo ¡se llegaba a un laberinto!






Ese es el dolmen que descubrió mi abuelo. La zona del Pantano tiene varios yaciemientos, aunque no sean de gran relevancia, y de pequeños nos dejaron entrar una vez hasta dentro del todo. Hay dos cámaras separadas por dos losas que tienen un semicírculo tallado cada una, de forma que al unirlas forman un círculo que da entrada a la segunda cavidad. Esta segunda era donde estaba el enterramiento propiamente dicho, pero cuando nos llevaron no había nada, por supuesto, todo se lo habían llevado los investigadores y hay algunas piezas expuestas en un museo de Granada que son de allí.
De ese dolmen y de los demás descubrimientos hay muchas anécdotas en la familia, así que le tengo mucho cariño.



Fue una mañana preciosa compartiendo mi infancia con quien quiero compartir mi vida, y me llenó de tan bueno recuerdos, que no puedo evitar compartir aunque sea esta pequeña parte con vosotros.