sábado, 8 de marzo de 2008

Nieblas de la infancia

El pasado día 28, aprovechando que Antonio no tenía que trabajar y no había reunión de smial, decidimos hacer una pequeña excursión muy deseada pero siempre postergada por falta de tiempo.

Hay poca gente a la que le haya hablado de mi infancia. Gracias a las circunstancias, a la vida, pude disfrutar de unas vacaciones en mi niñez que no se podrían haber pagado con dinero. Los mejores recuerdos de mi vida están ligados desde lo más remoto a los ocho años, edad que yo tenía cuando murió mi abuela, y todos tienen como escenario de fondo el Pantano de los Bermejales.

Mi abuelo era guarda allí, vivían en una casita humilde en una aldea humilde, donde solo había un teléfono y el pan, la fruta, todo, venía en camionetas que anunciaban sus productos.
Para nosotros, por aquel entonces, era el escenario de la libertad más absoluta que puede gozar un niño. Era una zona sin coches, sin extraños, sin peligros, donde podíamos jugar y correr a nuestro antojo sin mayores que nos vigilasen, hacer guerras de piñas, explorar, observar a los insectos y a los pájaros, hacer guateques improvisados en la pista de tenis, intentar cazar luciérnagas, plantar habas o "cazar" conejos.

Los límites estaban claros: por arroba, el final del bosque de pinos, a la izquierda, la carretera, a la derecha la "piscina del lagarto" y por debajo el camino de los rosales. Y esos límites eran, creedme, muy extensos para niños de tres a ocho años.

Había varias zonas importantes: la casa de mis abuelos, la "casa del verano" que era donde nos quedábamos mis padres, mi hermano y yo cuando íbamos, el pinar. la "piscina del lagarto" (llamada así porque contaban que había un lagarto enoooorme que vivía en la piscina y se comía a la gente... típico cuento para evitar que nos ahogásemos y que lo que conseguía sobremanera era estimular nuestra imaginación sobre cómo sería el lagarto), la pista de tenis, el camino de los rosales y la huerta.

La huerta era de mi abuelo, y estaba rodeada por rosales plantados por mi abuela. Lo único que la hacía enfurecer era que alguien le tocase los rosales, a la pobre mía, y bien que nos cuidábamos de ni rozarlos. Me sentía muy importante cuando mi abuela me mandaba a sacar las zanahorias de la huerta para echarlas al guiso, porque entonces yo era importante y se confiaba en mí para una Misión.

Las mañanas y las tardes eran de juegos, de corretear, de ir a la piscina del campamento o jugar con la manguera cuando apretaba el calor, de aprender a bordar, a coser, a hacer punto o croché, de disfrazarse, de reir, de hacer trastadas... Luego tras la cena era el momento de sacar las sillas a la puerta y tomar el fresco, el momento de los cuentos, de las historias, y del paseo que nos llevaba hasta el aliviadero, de jugar en la maqueta y de sentarnos en el césped los primos, los tíos, todos en corro y jugar al Antón Pirulero.

Y ver las estrellas como no las había visto nunca.

Es el escenario de mi infancia, pero también de la de mi madre y de mis tías, lleno de anécdotas en cada rincón, de recuerdos, de momentos, de sueños y leyendas, de misterios y descubrimientos, pero sobre todo de Amor, que fué lo que nos sirvió de abono para ser felices, para querernos como nos queremos, para ser una familia unida por lazos que no pueden romperse.

Esta es la casa de mis abuelos, tal y como está hoy. Abandonada, con un árbol arrancado, sin macetas, sin flores, sin plantas, sin los geranios ni jazmines... sin vida.

Me dió mucha pena verla así, pero al menos sigue en pié, y está la ventana del salón (habitación a la que no entraba porque me daba miedo un búho disecado que había allí), la de la salita, que era donde estábamos siempre trasteando y haciendo pillueladas, y la de la habitación de mis abuelos.


Aquí se ve la Casa del Verano. Por esas escaleras corrí, salté, nos lanzamos con el triciclo hasta romperle el manillar, dejé en libertad al gorrión que "salvé" cuando se cayó del nido. Antes la unión de las escaleras no se veía, porque estaba cubierta por una madreselva que la cubría entera. Era precioso, y un lugar ideal para encontrar arañas siempre que las buscabas. Adoro el olor de esa flor ^^





Antonio en el pantano. Ahora mismo está casi vacío por la sequía, pero aún así sigue siendo un sitio precioso













En esta foto se ve parte del camino de los rosales, ahora triste y seco, pero lleno de flores a ambos lados en primavera. Era el límite de nuestras andanzas, aunque claro, esperar que lo respetásemos siempre sería pedir demasiado ¿no creéis? y al cruzarlo ¡se llegaba a un laberinto!






Ese es el dolmen que descubrió mi abuelo. La zona del Pantano tiene varios yaciemientos, aunque no sean de gran relevancia, y de pequeños nos dejaron entrar una vez hasta dentro del todo. Hay dos cámaras separadas por dos losas que tienen un semicírculo tallado cada una, de forma que al unirlas forman un círculo que da entrada a la segunda cavidad. Esta segunda era donde estaba el enterramiento propiamente dicho, pero cuando nos llevaron no había nada, por supuesto, todo se lo habían llevado los investigadores y hay algunas piezas expuestas en un museo de Granada que son de allí.
De ese dolmen y de los demás descubrimientos hay muchas anécdotas en la familia, así que le tengo mucho cariño.



Fue una mañana preciosa compartiendo mi infancia con quien quiero compartir mi vida, y me llenó de tan bueno recuerdos, que no puedo evitar compartir aunque sea esta pequeña parte con vosotros.

7 comentarios:

Elessar dijo...

Precioso :'(
Es muy importante saber cuales son las raíces de cada uno, y sobre todo el poder conocerlas, pues eso ayuda mucho a que uno se conozca mejor a sí mismo.

Las mías son más lejanas, algunas las conocí con 12 años cuando fui a visitar a mi padre a Bruselas. Otras, con 15, cuando fui de vacaciones a Trefacio de Sanabria, en Zamora, el pueblo donde se crió mi abuelo que en paz descanse.
También pude conocer Ailanes, del Valle de Zamanzas, el pueblo de mi abuela, en Burgos, aunque ese estaba ya en un estado más ruinoso y había, parece, planes de construir chalets.

Todavía me quedaría por conocer Lecce, que son los verdaderos orígenes de mi padre, pero eso será dentro de bastante tiempo, cuando pueda también volver por gusto, y no por obligación cuando, como cuando uno no era consciente de estas cosas y de la importancia espiritual que tienen.

Silmaril dijo...

Es un sitio precioso. Siempre es bonito recordar momentos felices y compartirlos con la gente que quieres. Y gracias por compartirla aquí con los que te leemos :D
Yo tengo cantidad de recuerdos infantiles similares, de cuando pasaba los veranos enteros en casa de mis abuelos y nos juntábamos todos los primos en los cumpleaños, de cuando por la tarde sacábamos las sillas a la puerta de casa de mi abuela y los mayores se sentaban allí a charlar al fresco mientras nosotros jugábamos en la polvorienta calle (entonces no estaba asfaltada), mientras comíamos pan con chocolate para merendar y esquivábamos los pocos coches que pasaban por allí, de cuando íbamos toooda la familia al completo los domingos al río (en un pequeño pueblo de Segovia que se llama Villovela del Pirón) y compartíamos paellas y tortilla de patata con pimientos y parrilladas, y cazábamos renacuajos y nos pasábamos el día metidos en el agua, ... La verdad es que me gustaría volver a poder vivir otro día así, aunque ahora el río creo que está casi seco, mis abuelos ya no están, y cada uno tiene su vida, ... Pero aún así, creo que los años de mi infancia son de los más felices que recuerdo.
Y, como bien dice Elessar, es muy importante conocer nuestras raíces para saber quién y cómo somos cada uno. Y estar orgullosos de ellas.

Narya-Mithrandir dijo...

Debió de ser precioso volver a un sitio tan especial para ti y hacerlo con la persona a la que amas.

Las fotos dan una idea de lo bonito que es el sitio y por lo que cuentas fue el escenario perfecto para correrías de la infancia de las que se recuerdan de por vida ^^

Me alegro mucho de que os lo pasaseis tan bien en la excursión.

Findûriel dijo...

Muchas, muchas gracias por compartirlo con nosotros, cielete. Ahora sí que tengo más ganas de que llegue el día 4 para darte un buen achuchón.
Por cierto, que no sé si lo sabías... el selecto club de las Féminas te quiere entre sus filas para perpetrar actos perversos. Seguiré informándoos, babes

Celebnár dijo...

Gracias por compartir ese trocito de vosotros conmigo aquí, Elessar y Silmaril :) Creo que la infancia es para mí al menos y hoy por hoy el sitio para tomar fuerzas e impulso al saber que al menos hubo un momento maravilloso en la vida, y si hubo uno ¡habrán más!

¿Qué es eso del club de las féminas Findûriel? ¡Ya has despertado mi curiosidad felina! ¬¬ ¡eso no se hace! :P

¡¡Ya mismo nos vemos en la mereth!! Llévate la DS que no sé cómo sacar el nabo rojo, que lleva semana y media muy regadito,pero ahora ya no sé qué hacer con él XDDDD


Hermanita ¡que te quiero mucho! a ti te achucharé antes muahahahahahaaaaaaaaa
¡¡te voy a dejar sin costillas!! O:)

Narya-Mithrandir dijo...

Hermanitaaaaaaaaaaaaaaaaa en dos días estoy allí ^^ tengo que hablar con Arwen para concretar hora de salida, en cuanto sepa la hora de llegada te la digo ^^


Que ganas de verteeeeeeee!!!

Silmaril dijo...

Siempre es un placer pasarse por aquí y poder compartir algo contigo como tú haces con nosotros :D
Por cierto, me ha encantado tu artículo de la Estel ... Además es mi primera Estel y siempre viene bien culturizarse acerca de los hermanos de otros smiales :)
Una cosa más ... ¿puedo enlazarte a mi blog? también soy fiel acólita del metal XD XD
Besos