miércoles, 15 de septiembre de 2010

Juegos

Primero es la emoción. La emoción evocada desde el pensamiento consciente. La emoción que se invoca desde el recuerdo de la Causa Primera y que poco a poco va abandonando todo lazo con el hecho que la provocó en algún momento, despojándose capa a capa de todo cuanto le ata a la Realidad. La Emoción queda desnuda, pero no del todo, aún hay un débil hilo que la mantiene sujeta al consciente.
Y entonces empiezas a jugar con ella.
La llevas a parajes nuevos, recién amanecidos por y para ti, con hojas verdes bañadas de rocío al sol de la mañana clara, con estrellas brillantes como no se vieron desde la Creación, con rayos, truenos, lluvia, vendavales...
Nunca sabes qué brotará de la semilla de cada emoción desnuda. Puedes tener una idea aproximada de qué quieres hacer con ella pero, al fin, es la que decide, es ella la que te hace creer que eres tú quien juega, quien la moldea, quien la trae y la lleva.
La misma idea tan traída y llevada del amor es, a fin de cuentas, algo separado de uno mismo. No escribes amando, escribes con la idea de amar, con lo que crees que sentirías si amases con ese amor con el que no amas siquiera a esa persona a la que tampoco amas como crees amar. Solo cuando eres consciente de que no escribes ni para ese sentimiento ni para esa persona el subconsciente es libre para dejar brotar lo que encierra la Emoción en sí, decorándola con evocaciones, sugerencias, brotes verdes de otras emociones tuyas o ajenas, previamente deshojadas sin que tengas que ser consciente de ello.
Y, luego, lo lees, lo lees como algo nuevo, extraño e íntimo. Y puede, solo puede, que te guste lo que lees o, más comunmente, que lo guardes solo por si acaso. Porque a fin de cuentas es tu juego, y lo has jugado y ¿quién sabe? quizá algún día eso te sirva para despojarlo de polvo y paja y enlazarlo a una Emoción que realmente valga la pena.
Sí, primero es la Emoción pero, al final, lo que importa es el Juego.

3 comentarios:

Alberto Zeal dijo...

Me gusta que definas el proceso de creación artística como un juego. Es un símil realmente apropiado, pues son las ideas y los sentimientos los que se apoderan de nosotros cuando empezamos a dar vida a un relato, un poema o un dibujo; y nos manejan cual títeres, haciendo lo que les place y cruzando sendas que nunca pensaste que llegarías a recorrer.

Eso me sucede muchas veces cuando escribo. Me dejo llevar y, al final, los personajes han hecho cosas que no tenía planeadas. Han tomado el control, cuando en teoría debería tenerlo yo (que para algo soy el autor :P). Pero esa es la magia del maravilloso juego de la creación ;)

mario recamier dijo...

es lindo

Celebnár dijo...

Muchísimas gracias a los dos, de verdad.
Alberto, toda la razón ¿qué sería de nosotros si todo saliese tal y como planeamos? Una vida muy aburrida, sin lugar a dudas.