Navidad, Navidad, dulce Navidad

A ver, que nadie se lleve a equívocos por el título de este post. Sigo con la misma ausencia de ganas de Navidad que antes, peeeero, con una pequeña salvedad, y es que sin ganas de Navidad, me van entrando ganas de Nochebuena.

Puede sonar raro, pero para mí son cosas completamente distintas. Nochebuena tiene en mi familia un encanto del que carece la Navidad en general para mí. Es donde se hace realidad eso del momento de encuentros, pero a lo grande. Y no porque seamos mucha gente, que cada año somos más, gracias a Dios, sino por las enormes ganas que hay de pasarlo bien.

Se empieza con villancicos, con el lío de poner la mesa, ultimar la comida, gente entrando y saliendo de la cocina cantando, los hijos de mis primos, pezqueñines ellos, correteando y alborotándolo todo (y los grandes con babero al verlos, claro), mensaje del "Rey" perpetrado por alguien con ganas de cachondeo que lo hace por su cuenta y riesgo, más risas, y el momento delicado de conseguir que todos nos sentemos a la mesa... porque a saber en qué diablura anda metido cada cual.

Luego la cena, con más risas, con charlas, con el típico "no, de verdad que no puedo con el primer plato, ni con el segundo, que he comido demasiados entrantes", brindis, el peregrinaje a la tabla de quesos para untar, tradición donde las haya con lucha encarnizada por el que lleva nueces, y a los postres villancicos.

Después de estar con los estómagos a punto de explotar se levanta la mesa, se mueven los muebles, se baja el ordenador y ¡zas! tenemos equipo de audio con karaoke incluído. Y es que si algo falta en esa noche, al menos entre nosotros, es el sentido del ridículo que tenemos el resto del año.
Más risas, más bailes, cava, turrones, bombones, trufas, que para los dulces siempre hay hueco aunque se estalle, y a eso de los tres bailes, otra tradición, el cambio de ropa de servidora, que como no para se pone a sudar en cero coma. Y da igual que estemos en Alhama de Granada, con un frío de narices y en ocasiones hasta con nieve, que me subo al cuarto y me pongo el mismo vestido de tirantes rojo que llevo como cosa de quince años poniéndome o más. Y sí, ya queda algo ridículo, demasiado corto y muy trasnochado, ¡pero sigue cerrando la cremallera! ¡¡y eso da una alegría!! XDDDD Además, fresquito fresquito. Y ¡más madera! bailar más, cantar ¡sí cantemos las más difíciles y metamos gallos adrede, que es más divertido!

Y el día de Navidad la comida hecha en la lumbre, porque ¿qué más da que haya sobrado comida de Nochebuena?, ya se tomarán las sobras el 26, pero ese día todo a la lumbre, las patatas a lo pobre con pimientos, el choto si se tercia, las gambas con setas, la morcilla, las costillas... ¡y de postre la tarta de cumpleaños de mi hermano! que vale, nació el 26, ¡pero ya lo celebramos todos juntos!
Y más villancicos, y más canciones, y jugar al Antón Pirulero, a las cartas, a loq ue se tercie...

No tendré ganas de Navidad, pero sería una estúpida integral si no apreciase lo que Dios me ha dado con esta familia que tengo tan maravillosa, y pusiese una sonrisa ante los dos días que nos esperan.